Pandemia 2020

Instalación. Serie de 16 vídeo-collages realizados a partir de postales, 2020.
Premio Arte Vital 2020.
Centro de Exposiciones Fundación Vital

Uno de los aspectos que llama mi atención en las imágenes de postal es el hecho de que implican un detenimiento artificial del tiempo. Esto ocurre en realidad en todas las fotografías, pero se hace más evidente aún en imágenes antiguas como las de las postales. Ya que lo propio del tiempo, ese fondo natural de la vida, es no detenerse nunca. En pocas palabras, el tiempo no para. No como la fotografía. Bien se puede decir, entonces, que toda imagen fotográfica es un artefacto contra la naturaleza, o al menos contra el fondo temporal, de las cosas y los hechos. Incluso las cosas inmóviles o estáticas son atravesadas por el tiempo. Incluso las fotografías como objetos son atravesadas por el tiempo. Véase si no como se están desintegrando casi por completo la mayoría de las fotografías obtenidas en el siglo XIX y no pocas del siglo XX también (cómo amarillean todas las fotografías de los años sesenta, por poner otro ejemplo).

Pero no ocurre así con lo que hay en el interior de esas mismas fotografías, en el interior, podríamos decir, de las representaciones en ellas contenidas. Esa realidad por la que parece que no pasa el tiempo, es más bien una alter realidad desafiantemente atemporal, una alter realidad un poco siniestra.
Por otro lado, donde hay un problema puede surgir también una oportunidad. Si el problema era el tiempo detenido de las fotografías o instantáneas, la solución fue el tiempo restituido a través de la rápida sucesión de un conjunto correlativo de instantáneas, es decir, el cinematógrafo. Se da así la paradoja de que en el mismo objeto en el que residía el problema, que era la artificial sustracción al flujo del tiempo de las cosas fotografiadas, se agazapaba la solución: la ilusión de movimiento que produce la rápida sucesión de esas mismas imágenes ante nuestros ojos. Y con la ilusión de movimiento, aparece también la ilusión de tiempo. Ese tiempo del cinematógrafo o del vídeo es sólo una ilusión, porque no hay manera de recuperar el tiempo extraviado entre todas esas instantáneas, y porque el tiempo del registro cine o videográfico de la realidad es irredimible, es tiempo que sólo admite el formato de tiempo revivido. Pues sólo existe el presente. Aunque a través del cine ese tiempo presente pueda adquirir la forma de una retro elipsis, de un salto hacia atrás en el tiempo.

En torno a estas cuestiones, las de devolver a la vida, o restituir de alguna manera el movimiento a las imágenes fotográficas se desarrolla mi actual proyecto. Con motivo del reciente confinamiento tuve la ocurrencia de rescatar del fondo de un baúl una colección de tarjetas postales que llevo atesorando durante varios años.

Lo que se me ocurrió hacer con ellas fue crear pequeñas animaciones, cortar o asiluetar algunas partes de esas imágenes para accionarlas manualmente y registrar esos movimientos en vídeo. En ocasiones la animación obtenida resignifica irónicamente el contenido de las representaciones, contradice lo que parecía mostrarse inicialmente o abre un mundo de sentido o campo semántico diferente. En otras ocasiones me limito a darle una continuidad lógica a la escena, culminarla. A partir de ese instante de hallazgo técnico y conceptual comienzo a generar diariamente una especie de collage “vivo” que de inmediato comparto en mis redes sociales.

En esta primera entrega me he ocupado principalmente de la situación tan anómala que hemos vivido y de cómo el confinamiento y las nuevas medidas nos han afectado a la hora de relacionarnos. Con estas premisas he generado durante más de dos meses diferentes piezas. El anclaje de estos video-collages-vivos (por utilizar el término empleado por el semiótico R. Barthes al referirse al texto que acompaña a los anuncios publicitarios para fijar el sentido de las imágenes),  lo he resuelto con el moderno recurso de los hashtags, estas palabras clave precedidas del signo almohadilla que se utilizan en las redes sociales. Me han servido por tanto, como título y, en parte, explicación de cada pieza.

La pieza se puede disfrutar también físicamente. Las postales intervenidas son dispuestas en marcos y una pantalla acompaña la serie.