Praxis ARTIUM

Invitada al programa Praxis en el Centro Museo Vasco de Arte Contemporáneo Artium

09 Febrero 2016 – Domingo, 15 Mayo 2016
Sala Norte (Espacio Praxis) – Museo de Arte Contemporáneo del País Vasco, Artium Museoa

Textos: Enrique Martínez e Iñaki Larrimbe
Fotografías: Gert Voor int Holt
Audiovisual: Jorge Salvador

Texto de Enrique Martínez Goikoetxea – Comisario del programa Praxis y Conservador de la colección Artium

PRAXIS
NEREA LEKUONA
El programa Praxis se propone como laboratorio o taller experimental de carácter dinámico, que genera de manera independiente un módulo complementario y alternativo a la programación anual.
Tiene carácter de improvisación, y se sustenta en valores como lo procesual, lo relacional y, sobre todo, la acción directa y el «hazlo tú mismo».
Praxis pretende que el artista tenga un rol mucho más activo, que acabe con la prevalencia actual de la obra de arte frente al artista-sujeto. Este protagonismo se verá reflejado en diversos ámbitos, como el abrir las exposiciones al público desde su origen, de manera que el espectador pueda asistir a todos los pasos de generación del mismo.

Praxis – Sucediendo algo
En esta ocasión, la praxis artística quiere mostrarse lo más expuesta posible, para facilitar el acceso a los procesos de conceptualización.
Los proyectos que se proponen en Praxis. Sucediendo algo nos acercan el trabajo de tres autores, tres propuestas que vehiculan su trabajo a través de la acción, el planteamiento de situaciones en las que la gente, el público, va adquirir una especial relevancia. El foco de atención se sitúa en el ENTRE, en el espacio de comunicación, de encuentro con el otro, abriendo la posibilidad de participación en la conceptualización del proyecto. El diálogo se plantea entre el artista y su contexto, con otros artistas y con el público; y se incorporan las dudas, nuestras fisuras, en este proceso. Un espacio intersubjetivo e interdisciplinar, intertextual e intercultural, que busca en las relaciones –en el entre– su principal recurso discursivo, y en la acción, una de sus herramientas más efectivas.

Son varias las ocasiones en las que Praxis ha afrontado la performatividad como vehículo de comunicación, como herramienta de participación y reflexión de un lugar compartido. En un paso más allá, hoy se propone mostrar estos trabajos en el proceso de idear y concretar el proyecto, donde los objetos, la obra de arte, adquieren un valor declaradamente residual. Los cruces con el público –se produzcan en los encuentros ocasionales del día a día en la sala Praxis o en aquellos momentos en los que es convocado–, configuran el sentido de su trabajo, en un ejercicio de presentación más que de representación.

Nerea Lekuona: entre el arte urbano y la acción, el trabajo de la artista se gesta durante tres meses en el espacio Praxis de Artium en contacto con los visitantes

Nere Lekuona hace mención al humor, la ironía y la crítica como herramientas para actuar en su día a día, en el contexto cultural y social en el que vive. En sus iniciativas, se sirve de una estética próxima al lenguaje publicitario y las prácticas del marketing, para invitarnos a pensar –y sonreír– alrededor del cinismo contemporáneo o la pérdida de identidad contemporánea. Su página web no deja lugar a dudas sobre su planteamiento y modo de situarse en el contexto del arte:
«No soy licenciada en Bellas Artes por la Universidad del Pais Vasco. No he asistido a ninguna universidad. No tengo ningún máster. No estoy en ninguna galería. No tengo obra en ningún museo. No vivo en un loft y nunca he estado en Arco, pero cada día estoy más convencida de que lo que más me gusta es hacer arte».

Este hacer arte sin el peso de la trascendencia se traduce en intervenciones de Street art, acciones, organización de eventos, encuentros artísticos y comisariados, vídeos, diseño gráfico…, iniciativas participativas a través de las que reunir a gente de todo tipo de edades y capacidades, conectar a unos con otros, y pensar sobre la manera en cada uno, en que ella, se sitúa en el mundo.

En Praxis, emplaza su estudio y taller en la sala Norte del museo Artium, un espacio en el que extiende varios cuadernos, pizarras y rotuladores blancos, de los utilizados en los comercios y bares para anunciar promociones o el menú del día. Sobre ellas y otros objetos cotidianos, planea rotular una serie de carteles-mensaje, con una estética preciosista que pone en valor el diseño y la caligrafía preindustrial, evocando el gusto por lo hecho a mano, quizás, invitando a que quitemos el miedo y participemos de esa necesidad de hacer.

Lekuona irá escribiendo mensajes extraídos de su mundo más próximo, de su trabajo como activista cultural, del rol del artista, reflexiones que convivirán con denuncias de naturaleza social, su opinión sobre los estereotipos de la mujer en la sociedad o sobre noticias de los medios de comunicación. Otros serán fragmentos de colaboraciones, de historias aportadas por los propios visitantes en pizarras destinadas para ello.
A través de este proceso, más preocupado por el encuentro, por la colaboración, la artista atraviesa con naturalidad en un movimiento de ida y vuelta las diferentes disciplinas del arte y sus posibles fronteras con la calle. Mediante la acción, en performances llevadas a cabo de forma individual o en convocatorias colectivas, plantea lo que podríamos entender como un efecto rebote: sacar las pizarras, las obras de arte, a la calle; trasformar la práctica del arte en una praxis vital.

Texto de Iñaki Larrimbe, artista, activista y crítico de arte.

LINK A LA CALLE
El grueso de la obra de Nerea Lekuona se ha desarrollado, habitualmente, fuera del cobijo del sistema del arte. La artista ha renunciado –de este modo y de manera consciente– a alimentar con su trabajo a las industrias del arte. Industrias que están más enfocadas a la venta de productos lujosos y elitistas. Posición crítica hacia el mundo comercial de la producción artística que la artista no oculta, sino que hace gala de ella. Da comienzo, por ejemplo, a una entrevista televisiva en la cadena vasca ETB declarando: «no soy licenciada en Bellas Artes, no tengo ningún máster, no vivo en un loft y nunca he estado en Arco».

En 2014, Nerea Lekuona realiza unas intervenciones sobre bolardos situados en las calles de Vitoria-Gasteiz. Con una plantilla y un espray los transforma en un remedo de las piedras empleadas en una modalidad de Herri Kirolak: el levantamiento de piedra (Harrijasotzea). Un año antes, en 2013, la artista pergeñaba unos stickers (pegatinas) de gran tamaño, en blanco y negro, realizados con mucha economía de medios, que representaban a unos niños orientales. Niños enfermos. Con problemas de obesidad. Freaks creados no por el genoma humano, sino por el «genoma cultural» de esa sociedad consumista. La artista los adhirió en diversas paredes del centro histórico de su ciudad. En ambos ejemplos, nos encontramos con un arte no domesticado, no confinado, que se desarrolla en las calles de manera clandestina. Un arte que se mueve en los márgenes de la legalidad, de la economía, de la cultura oficial. Su trabajo se circunscribe, por lo tanto, dentro de la órbita del arte urbano, pero sin renunciar al desarrollo de un activismo de tintes sociales que busca interpelar al espectador utilizando un lenguaje directo, incluso en ocasiones cargado de tintes publicitarios.

En Praxis, esta creadora gasteiztarra trasladó su taller a la sala Norte del museo Artium. Pero a la artista no le interesaba especialmente que se visualizara su proceso de trabajo. Su objetivo era más bien contactar con el público para que este participase en sus proyectos, en sus obras. En el recinto museístico, pudimos toparnos con Lekuona rodeada de cuadernos, pizarras, rotuladores… y mensajes. Una vez más, con modestos materiales –en este caso herramientas utilizadas en bares y comercios para anunciar sus productos, descuentos, promociones o incluso el menú del día–, Nerea componía un discurso de corte reivindicativo, y nos incitaba, por ejemplo, a reflexionar sobre la situación actual de los creadores, de cómo se encuentran laboralmente en los duros momentos que están viviendo. Y así podíamos leer en una de las pizarras: «Un encargo, por favor, tengo un celebro que alimentar y un estudio que mantener». Para componer estas consignas, Nerea emplea una cuidadosa estética preciosista, evocando el gusto por lo manual, por lo hecho a mano. Muy en consonancia, por lo tanto, con unas reclamaciones que van dirigidas a sensibilizar al visitante sobre un hecho: que el artista no deja de ser un trabajador más que usa sus manos y su cabeza para llegar a final de mes. Los visitantes que acudían a este Praxis podían apuntar también sus propias manifiestas en unos encerados situados en el recinto. Algunas de estas las ha plasmado Lekuona sobre pizarras, con el objetivo de salir después con ellas a la calle y deambular por la ciudad, inmersa en un papel de mujer-anuncio y realizando un guiño a la obra del artista conceptual Isidoro Valcárcel Por un arte ambulante (Madrid, 1976). Pues, una vez más, la artista necesita la calle y el contacto con la ciudadanía fuera del museo.

El trabajo de Nerea no se puede consignar, por lo tanto, bajo el sello, tan en boga estas últimas dos décadas, de «arte relacional» –aunque existe en esta artista una intención por crear espacios de arte habitables, de uso– pues este, el relacional, se desarrolla siempre dentro de la «institución arte» buscando atraer al público hacia su seno, pero –ahí radica la diferencia fundamental con la producción de Lekuona– lo hace desde una posición amable y acrítica. Queda claro, como escribía en 1998 Nicolas Bourriaud, que toda obra es relacional, hasta una pintura, y, en ese sentido, la obra de Nerea es relacional, pero no en el aspecto de que esta correspondencia se dé en contextos institucionales. No olvidemos que la estética relacional legitima a la «institución arte» intentando trasladar el mundo de la calle, la vida, al museo. Recordemos, por poner un ejemplo sobre este paradigma, el caso de la «relacionista» Ana Laura Aláez, que pergeña varios ready made de espacios sociales: en 1997, recrea una tienda de ropa fashion en Sala Montcad de Barcelona y una discoteca –tres años después– en Espacio Uno de Madrid. En ambos casos, «la institución arte» se convierte en un espacio habitable, que sirve de «pegamento social», pero sin una carga crítica que la ponga en cuestión, que responde, como señala el crítico Juan Albarrán, «a la imperiosa necesidad de poner en circulación nuevos productos artísticos en un sistema del arte ya saturado». Por el contrario el «arte de acción» (movimientos como el situacionismo, por ejemplo) tiene lugar en espacios públicos, huyendo de una legitimación del canal oficial del arte que les restaría potencial transformador.

Nerea Lekuona realiza en Praxis una acción que ejemplifica su posición en el arte: recoge frases escritas por los reclusos de un centro penitenciario, a los que visita con ese objetivo, las traslada a sus pizarras en el museo y se pasea con ellas por la ciudad. Da voz, por lo tanto, a un espacio habitado, lleno de relaciones internas, pero sin relación con el exterior. Esta obra, además, se produce, en parte, en el recinto de la «institución arte», con lo que el espacio museístico se tiñe también de la presencia del espacio carcelario. La artista crea una analogía, una relación, entre el tándem de lugares, dos recintos institucionales de disparejo origen (el carcelario y el museístico). Lugares en los que muchas veces la conexión con el exterior, con los vecinos, está rota. Y así, cuando la artista deambula por la ciudad portando esas frases, su obra funciona como link que conecta dichos espacios con la ciudadanía.